En su reciente viaje evolutivo, los Felis silvestris catus pasaron de la vida salvaje a la vida en cercanía al ser humano, hace nueve mil años. Fueron testigos de la evolución de las ciudades y sus sociedades humanas. No obstante, fue apenas hasta hace ciento cincuenta años que los gatitos pasaron de la vida externa -urbana o rural- a la comodidad de los habitáculos humanos. Esto no parece gran cosa para nosotros, que hemos tenido que convivir con otros humanos en el mismo espacio durante toda nuestra existencia (sarcasmo), pero imagina que nuestras rutinas de dormir ocho horas, tomar al menos tres comidas al días, atravesar parte de la ciudad para ir a trabajar, hablar y visitar amigos, familiares y, en general, a quienes hacen parte de nuestro entorno social; el cortejo, el barrio, la visita al supermercado o a la tienda, se vieran alteradas por el orden de otra especie -se me ocurre la de los conejos- y nos viéramos sometidos a otras rutinas totalmente diferentes. Cambiar nuestras casas por madrigueras y nuestras ciudades por sabanas seguro nos descolocaría física y mentalmente, pero lo sobrellevaríamos poco a poco; la vida es resiliente.
Es una idea un poco traída de los cabellos, sin embargo, al abrirles las puertas de nuestros hogares, los gatitos han multiplicado por cinco su expectativa de vida. Tienen un techo que les protege y al menos un humano que se desvive por él, aunque a veces no sepan cómo afrontar percances, sobre todo, de comportamiento.
Los gatitos de hoy son mucho más tranquilos y dispuestos a la convivencia con el ser humano, a adaptarse a nuestros hábitos, y aquí es donde debemos ceder y poner de nuestra parte. Los michis no son -en palabras de la etóloga María Soledad- “peluches”, objetos lindos que además se mueven por nuestra casa y hacen cosas tiernas. Son animales que pueden sobrevivir sin nosotros. Están preparados físicamente para casar y huir de manera ágil. Si fuéramos su presa, nos horrorizaríamos de caer en sus garritas.
Juega con él tanto como puedas. Adecua tu casa para que él la pueda disfrutar y hacerla suya; afronta los problemas que se puedan presentar de la mano de un etólogo, en caso de que sean de comportamiento, o con un veterinario en caso de que sean de salud. Estimula su naturaleza de cazador mediante el juego; eso es amor felino.
Esperamos que la lectura te haya gustado; esfuérzate por comprender su naturaleza así podrás suplir sus necesidades. Por favor, comparte y comenta.
Saludos!
The Cat Cave Team